viernes, 15 de mayo de 2009

LA HUMANIDAD PREDECIRA LOS TERREMOTOS?

¿Llegaremos a predecir los terremotos?
La falla Hayward es una prolongada y mortal grieta terrestre que corre desde la base de las colinas de Berkeley y atraviesa la Universidad de California. Pasa por debajo del teatro, cruza un par de residencias estudiantiles y forma una onda bajo las escalinatas de concreto fuera del estadio deportivo dela universidad. La falla continúa bajo tierra. Un mapa sismológico muestra cómo divide la portería en la zona de anotación norte. Corre descendiendo por la cancha, se dispara hacia la zona de anotación sur y se precipita sin interrupción calle abajo, rumbo a Oakland. En 1920, cuando los arquitectos trazaron los planos de un majestuoso estadio de futbol para la Universidad de California, no permitieron que una falla geológica les impidiera realizar la obra. La sismología aún estaba en pañales, pero al parecer los arquitectos se percataron de que la Hayward es una falla de desplazamiento horizontal, en la que dos secciones de la corteza terrestre a veces se desplazan en direcciones opuestas. La valerosa resolución de los arquitectos fue construir el estadio en dos mitades, como si se tratara de un grano de café, con una línea –la falla– que dividía la estructura. Al estar montada sobre esta dinámica sección de la corteza terrestre, cada mitad del estadio podría moverse de manera independiente sin sufrir el menor daño.
Los científicos ahora saben que la falla Hayward se mueve sigilosamente y que se desplaza de manera lenta y continua, más exactamente, milímetro a milímetro. En la parte más alta de las gradas, Richard Allen, catedrático de Berkeley, me muestra el resultado de 80 años de movimiento de la falla: un hueco de unos 10 centímetros en el concreto, cubierto de manera burda con una oxidada placa metálica. A los dos nos hizo gracia: ¡cuánta arrogancia implica construir un estadio sobre una falla geológica!
Pero Allen señala el problema principal: las fallas no sólo se mueven sigilosamente. También ‘’se rompen’’ y ‘’se revientan’’. El desplazamiento sigiloso ocurre a plena vista; pero el rompimiento, la fractura, la sacudida –los movimientos del sismo– esos llegan sin avisar.
Allen imparte un curso en Berkeley sobre sismos. Lo denomina ‘’Sismos en tu patio’’. El nombre no podría ser más apropiado, porque la falla Hayward es especialmente peligrosa. Aunque no ha producido un terremoto importante desde 1868, en algún momento, dentro de poco, podría originarlo. Claro que a nadie en esa cancha le preocupan los terremotos. Es un caluroso día de verano unas semanas antes de que comiencen los torneos universitarios. A los jugadores les interesa únicamente derrotar al equipo de Stanford.
El estadio de Berkeley ejemplifica de manera perfecta el problema fundamental de los terremotos: no están programados para avenirse a las medidas humanas de tiempo. Cuentan con sus propios horarios. Las fallas sísmicas tienen una forma muy peligrosa de combinar paciencia con impulsividad: esperan, esperan, esperan… y de pronto, atacan.

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